La brujería de la danta, transformación, poder y magia
- Alejandro Gutiérrez Arango
- 13 ene
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 feb

Tipo: Mitos de transformación
Origen: Indígena
Departamento: Amazonas
Comunidad: Andoque
Cuando los espíritus de la selva y la tierra respiraban junto a los hombres, existía un cazador conocido como Gavilán-del-diablo. Era famoso en todas las tribus por su habilidad, pues se decía que podía llegar a un salado, encontrar una danta, y matarla sólo con sus manos, torciéndole el cuello con destreza sobrenatural. Sin embargo, el destino, siempre vigilante, tejió para él una trampa inesperada. Un día, frente a una danta que parecía común, sus manos, antaño certeras, flaquearon. La danta escapó de su mortal abrazo y con las patas, como si fueran de piedra, lo pisó tan fuerte que le quebró las costillas. Así, con el aire escapándosele del pecho, Gavilán-del-diablo se deslizó hacia la muerte, y su historia flotó como un susurro entre los árboles.
Sus hermanos, conocidos como Trueno-de-piedra y su otro compañero de cuyo nombre el tiempo se olvidó, continuaron sus caminos por la selva. Durante la noche ambos hermanos tenían el don de transformarse. Con las hojas de la selva como lecho, mientras uno dormía, el otro se convertía en una serpiente verrugosa que reptaba entre las sombras. La transformación era imperfecta, pues al regresar a su forma humana, quedaban cicatrices evidentes, marcas misteriosas en sus cuerpos como vestigios de un hechizo incompleto.
Muchos intentaron vencerlo a fuerza de disparos, convirtiendo su cuerpo en un colador de plomo. Pero Trueno-de-piedra no conocía la muerte. Únicamente cuando le cortaron la cabeza, el conjuro se rompió. Sin embargo, su espíritu, iracundo se levantó en venganza y barrió con toda la gente de la Casa Arana. Cuando su corazón aún latía con la fuerza del trueno, paseaba con su mujer joven por una trocha de la selva donde conocieron a un brujo Huitoto, quien había elegido la piel y garras del tigre para su transformación, este intentó devorarlos, pero Trueno-de-piedra, movido por una calma que sólo la selva conoce, lo retuvo con su mano y lo desafió:
—¿Qué me va a hacer?— inquirió el brujo transformado.
—Nada —respondió el tigre, devolviendo la mirada del humano.
—Aguárdese un momentico.
—No, no te voy a hacer nada.
Trueno-de-piedra entonces estiró su guayuco, pasándolo por detrás de su cabeza, y se transformó también en tigre. Una fuerza y una majestuosidad se fundieron en él, como si la selva misma reconociera a uno de los suyos.
—¡Ahora sí, ahora sí vamos a comernos!— rugió.
Agarró al brujo-tigre por la cabeza y, hábilmente, le quitó el guayuco, devolviéndole su forma humana. Sorprendido y desarmado, el brujo tuvo que retroceder mientras Trueno-de-piedra se llevó el guayuco a casa, como un trofeo de aquel enfrentamiento. Su esposa, aterrada de que el hombre que amaba pudiera transformarse en una bestia de la selva, subió a un árbol, buscando seguridad en la altura donde ningún tigre pudiera alcanzarla. Trueno-de-piedra, sintiendo la soledad del cazador sin presa, regresó a buscarla, asegurándole que el peligro se había desvanecido:
—¡Bájese, vamos! No se asuste que el tigre ya no nos come; ya le quité el guayuco.
Sin embargo, los acontecimientos de la selva no terminan allí. El brujo Huitoto, humillado y empujado por la necesidad de recuperar lo perdido, llegó en la profundidad de la noche a la maloca de Trueno-de-piedra. Desde una rendija, susurró, esperando que su voz fuera persuasiva:
—Paisano, entrégame mi guayuco.
—No, no te lo entrego.
—Yo no vengo a hacerte mal; cometí un error contigo; fue una equivocación.
—No te lo entrego porque... Si me pagas, te lo devuelvo.
El brujo, sabiendo que su destino dependía de aquel trueque, ofreció otro tipo de poder en compensación, algo más letal y encriptado:
—Te voy a pagar con otra brujería que tengo, así es como te pagaré.
—¿Cuál es la otra brujería que tienes?— preguntó Trueno-de-piedra, intrigado.
El Huitoto sacó una planta, una humilde hierba. Era poderosa, capaz de arrebatarle a un alma su propio sentido, dejando al cuerpo hablar desde el interior. Una enfermedad inentendible, que convertía a sus víctimas en sombras de lo que fueron, gritando su locura por los caminos. Esta brujería, apenas conocida entonces, fue el secreto que los habitantes de la tribu de Trueno-de-piedra aprendieron a usar y curar, marcando un antes y un después en su historia, del mismo modo que las cicatrices que adornaban los cuerpos de aquellos que navegaban entre lo humano y lo salvaje.

Historia de la danta, transformación, poder y magia
El mito sobre la transformación, poder y magia refleja la conexión profunda entre los humanos y la naturaleza, mostrando cómo los habitantes de la selva comprenden y utilizan las fuerzas místicas de su entorno para la supervivencia y el poder. Además, resalta la importancia de la transmisión de conocimientos y habilidades mágicas en la cultura andoque. Se asemeja a los mitos griegos de transformación como los relatos de Zeus y sus metamorfosis, y a las leyendas nórdicas de Loki, quien también cambia de forma.

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